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impulso de la voluntad hacia la reverencia prohibida. Cuanto mayor era la semejanza,
menos posible era equivocarse. Tal vez siempre es así. Puede fabricarse un simulacro de
cera tan parecido a un hombre que por un momento nos engañe: el magnífico retrato que es
con mucha más profundidad él mismo no lo hace. Las imágenes de yeso del Santísimo
pueden haber atraído hacia sí la adoración que deberían despertar por la realidad. Pero allí,
donde Su imagen viva, como Él por dentro y por fuera, hecha por Sus propias manos
desnudas con la profundidad de la capacidad artística divina, Su autorretrato maestro salido
de Su taller para deleite de todos los mundos, hablaba y caminaba ante los ojos de Ransom,
nunca podría ser tomada por algo más que una imagen. Aún más, la belleza esencial residía
en la certeza de que era una copia, algo parecido y no idéntico, un eco, una rima, una
reverberación exquisita de la música increada prolongándose en un instrumento creado.
Por un momento Ransom quedó perdido en la maravilla de estas cosas, de modo que al
volver en sí descubrió que Perelandra estaba hablando, y lo que oyó parecía ser el fin de
una larga oración.
 Las tierras flotantes y las tierras firmes  estaba diciendo , el aire y los telones ante las
puertas del Cielo Profundo, los mares y la Montaña Sagrada, los ríos que corren por encima
y por debajo de la tierra, el fuego, los peces, las aves, los animales, y los otros habitantes de
las olas a quienes aún no conocen; Maleldil pone todo esto en manos de ustedes a partir de
este día y mientras vivan en el tiempo y aún más allá. De ahora en más mi palabra no es
nada: la palabra de ustedes es ley inmutable y la hija misma de la Voz. En todo el círculo
que este mundo recorre alrededor de Árbol, ustedes son Oyarsa. Disfrútenlo bien.
Otórguenles nombre a todas las criaturas, guíen a toda naturaleza a la perfección.
Fortalezcan al débil, iluminen al ensombrecido, amen a todos. Aclamen y alégrense, oh
hombre y mujer, Oyarsa-Perelendri, el Adán, la Corona, Tor y Tinidril, Baru y Baruah, Ask y
Embla, Yatsur y Yatsurah, bienamados de Maleldil. ¡Bendito sea él!
Cuando el Rey contestó, Ransom levantó la cabeza otra vez hacia él. Vio que la pareja
humana estaba sentada ahora sobre un montículo de baja altura cerca de la orilla de la
laguna. La luz era tan fuerte que arrojaba reflejos nítidos en el agua como podrían haberlo
hecho en nuestro propio mundo.
 Te damos las gracias, honesta madre adoptiva  dijo el Rey y sobre todo por este
mundo en el que te has esforzado durante largas edades como la mano misma de Maleldil
para que todo estuviera listo cuando despertáramos. No te hemos conocido hasta hoy. Con
frecuencia nos hemos preguntado de quién era la mano que veíamos en las extensas olas y
en las islas brillantes y el aliento de quién nos deleitaba en el viento por la mañana. Porque
aunque éramos jóvenes entonces, comprendíamos oscuramente que decir "Es Maleldil" era
cierto, pero no toda la verdad. Recibimos este mundo: nuestro júbilo es aún más grande
porque lo tomamos como obsequio tanto de ti como de Él. ¿Pero qué ha puesto Él en tu
mente que hagas a partir de ahora?
 A ti te corresponde decidir, Tor-Oyarsa  dijo Perelandra , si ahora converso sólo en el
Cielo Profundo o también en la parte del Cielo Profundo que para ti es un Mundo.
 Nuestra más profunda voluntad  dijo el Rey , es que te quedes con nosotros, tanto por
el amor que te profesamos como porque puedes fortalecernos con tu consejo y hasta con
tus actos. Pasarán muchas vueltas alrededor de Árbol antes de que crezcamos como para
administrar cabalmente el reino que Maleldil pone en nuestras manos: ni estamos maduros
aún para dirigir el mundo a través del Cielo ni para hacer la lluvia y el buen tiempo sobre
nosotros. Si te parece bien, quédate.
 Estoy de acuerdo  dijo Perelandra.
Mientras el diálogo se desarrollaba, asombraba ver que el contraste entre el Adán y los
eldila no era una discordancia. Por un lado, las voces de cristal, sin sangre, y la expresión
inmutable de los rostros blancos como la nieve; por el otro la sangre corriendo en las venas,
el sentimiento temblando en los labios y centelleando en los ojos, el poder de los hombros
del hombre, la maravilla de los pechos de la mujer, un esplendor de virilidad y una riqueza
de feminidad desconocidos en la Tierra, un torrente vivo de animalidad perfecta: sin
embargo, al enfrentarse no parecían unos exuberantes y los otros espectrales. Animal
rationale, un animal, aunque también un alma que razona: tal era la antigua definición del
Hombre, recordó Ransom. Pero hasta entonces no había visto nunca la realidad. Porque
ahora vio a este Paraíso viviente, el Señor y la Dama, como la resolución de las
discordancias, el puente que cruza lo que de otro modo sería un abismo en la creación, la
piedra clave de todo el arco. Al entrar al valle montañoso habían unido de pronto la cálida
multitud de brutos que estaba tras ellos a las inteligencias transcorpóreas que estaban junto
a él. Cerraban el círculo, y con su arribo todas las notas separadas de vigor o belleza que la
asamblea había pulsado hasta entonces se convertían en música. Pero el Rey hablaba otra
vez.
 Y como no es un don de Maleldil simplemente  decía , sino también un don de Maleldil
a través de ti, y por lo tanto más rico, del mismo modo no es sólo a través de ti como llega y
por lo tanto vuelve a enriquecerse. Esta es la primera orden que pronuncio como Tor-
Oyarsa-Perelendri: que en nuestro mundo, mientras sea mundo, ni la mañana ni la noche
llegarán sin que nosotros y todos nuestros hijos le hablemos a Maleldil de Ransom el
hombre de Thulcandra y lo ensalcemos entre nosotros. Y a ti, Ransom, te digo que tú nos
has llamado Señor y Padre, Dama y Madre. Y con justicia, porque ese es nuestro nombre.
Pero en otro sentido nosotros te llamamos a ti Señor y Padre. Porque nos parece que
Maleldil te envió a nuestro mundo en el día en que el tiempo de ser jóvenes terminaba para
nosotros y a partir de allí debíamos subir o bajar, hacia la corrupción o hacia la perfección.
Maleldil nos ha llevado donde Él quería que estuviésemos: pero de los instrumentos de
Maleldil en esto, tú has sido el principal.
Le hicieron cruzar el agua hasta ellos, vadeándola, porque le llegaba sólo a la rodilla. Habría
caído a sus pies pero no se lo permitieron. Se pusieron en pie para salirle al encuentro y
ambos lo besaron, boca a boca y corazón y corazón, como se abrazan los iguales. Lo
habrían hecho sentar entre ellos, pero al ver que eso lo turbaba lo dejaron en paz. Fue y se
sentó en el suelo, bajo ellos y un poco a la izquierda. Desde allí enfrentaba a la asamblea:
las formas enormes de los dioses y la multitud de animales. Y entonces habló la Reina. [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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